NEW, YORK, EE. UU.- La empresa Promy Music y su presidente Marcos Casilla, ha elevado su voz para llorar con el pueblo dominicano el dolor sufrido por la tragedia del JetSep, rindiendo así homenaje a las almas que partieron dejando luto y dolor.
Con el alma en vilo y el pecho trizado por la pena, Casilla expresó su pesar con palabras que sangran por el sufrimiento sentido, el que llena de nostalgia al mundo artístico por la muerte en la tragedia del ídolo de multitudes Rubby Pérez.
“El alma dominicana sangra, desgarrada por un hecho que ha oscurecido el sol del Caribe y ha sembrado duelo en cada rincón de nuestra amada patria, donde todos somos hermanos”- dijo el presidente de Promy Music Marcos Casilla.
Desde su profunda consternación, el empresario ha enviado plegarias que cruzan el cielo y los mares como aves heridas, uniéndose al grito silencioso que emana del corazón colectivo de una nación enlutada.
El país entero llora la pérdida de seres valiosos: artistas, políticos, empresarios, peloteros, médicos, periodistas, congresistas, un general de la Policía Nacional y una gobernadora civil.
Pero entre todos los nombres, uno resuena con una nostalgia amarga: Rubby Pérez, la voz que hizo del merengue un idioma universal.
Su partida ha apagado una estrella que, incluso en las noches más oscuras, sabía hacer bailar al pueblo.
“La ausencia de Rubby ahoga en un mar de llanto la alegría de su voz y entristece a miles de corazones que tienen sus almas en vilo”, lamentó Casilla.
“La diáspora dominicana en Estados Unidos también llora desconsolada. La distancia no borra el amor ni el dolor compartido”-exclamó el promotor artístico.
En medio del caos, Promy Music se une al clamor nacional:
“Elevamos una plegaria por la paz de los que partieron, por la luz que necesitan los que quedaron y por el consuelo que sólo el amor puede dar. Hoy, más que nunca, somos una sola voz temblando de dolor. La patria está de luto… y su silencio duele más que mil palabras”, concluyó el empresario.
La bandera tricolor de la patria de Duarte ondea con lágrimas, los ritmos callan y la dominicana, herida y de rodillas, busca consuelo entre ruinas, confusión y dolor.
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